04 septiembre 2006

NORMOSIS: ANORMALIDADES DE LA NORMALIDAD

Por Pierre Weil



Un nuevo término empieza a circular en ciertos medios de las ciencias humanas: la normosis. Además de la psicosis y la neurosis, otro disturbio del comportamiento humano se añadiría a ellos. El autor de este neologismo, Jean-Yves Leloup, uno de los pioneros de la Psicología Transpersonal en Europa, lo emplea a menudo durante sus conferencias.

Al inicio, este término tenía para mí un tinte humorístico, como una broma. Pero, poco a poco, me di cuenta que esta palabra representaba un concepto fundamental en psicología, sociología, en antropología cultural, en educación, entre otras disciplinas. Más aún, ponía en evidencia un proceso psico-sociológico responsable a fin de cuentas de la vida en el planeta Tierra. Hemos descubierto, paulatinamente que la normosis es, efectivamente, el origen de sufrimientos y muertes.


El descubrimiento de lo “normal” patológico

Cuando toda la gente se pone de acuerdo con respecto a una opinión o una actitud, o también sobre una manera de actuar o comportarse, se manifiesta un consenso que dicta una norma. Cuando una norma es adoptada por más de una persona, se crea un hábito.

La mayor parte de nuestras costumbres son el resultado de normas que hemos adoptado más o menos conscientemente mediante la imitación de nuestros padres y educadores, o como lo diría Freud, mediante el procedimiento de introyección. Levantarse, asearse, comer a horas fijas o trabajar, son costumbres que provienen de normas sociales bien definidas. Estas normas tienen en general la función de preservar nuestro equilibrio físico, emocional o mental, así como la armonía y la supervivencia de la sociedad en que vivimos.

Lamentablemente, todas las noemas no son benevolentes: al contrario, algunas normas son generadoras de sufrimiento, de enfermedad y hasta de muerte. Pero ya que esas normas son el resultado de un consenso, vale decir que las adoptan la mayoría o toda la gente, las personas no se dan cuenta del carácter “anormal”, o sea patógeno de esas normas. Raramente, bajo el efecto de un cuestionamiento de ciertos consensos en virtud, precisamente, de su carácter patológico, se puede asistir a la disolución de un comportamiento estadísticamente normal, pero patológico desde un punto de vista simplemente clínico.


Examen de la disolución de una norma patógena: el tabaco.

Cuando tenía veinte años, casi todos mis amigos fumaban. Me acuerdo muy bien que para hacer “como ellos” me puse a fumar; por lo menos, lo intenté. Para sentirme “normal”, compré mi primera cajetilla de cigarros. Fumar se consideraba hasta señal de masculinidad.; mientras más fuerte el tabaco, uno se podía considerar más viril, y “macho”; el puro añadía a ello un tinte de “status” social, de riqueza y de confort; fumar pipa me evocaba la reflexión intelectual profunda.


Luego de un mes de sincero intento de adaptación a la norma, mis esfuerzos no se revelaron fructíferos; el hábito de fumar no se instaló y renuncié. Pero para no sentirme demasiado fuera de la norma, siempre llevaba un encendedor para ofrecer fuego y así mostrar que no estaba en contra. Hasta lo veía como una manera de ensayarme al altruismo. No sabía, en esa época, que más tarde sería yo quien sería considerado como normal; de hecho los demás eran los anormales.

A medida del descubrimiento de los efectos respiratorios y cancerígenos del tabaquismo, comenzaron a aparecer zonas de fumadores y no fumadores en los aviones y luego en lugares públicos en general; el aviso “prohibido fumar” se generalizó en casi todo el mundo. Por otra parte, las nuevas legislaciones que obligan a informar al público de la nocividad del tabaco, contribuyen a derrumbar a las empresas tabaqueras. Los más lúcidos comienzan a invertir en el negocio de los jugos de frutas.

Asistimos actualmente al fin de una normosis. Se podrían citar algunos ejemplos muy actuales que se hacen evidentes si uno pone atención sobre ellos o si se está familiarizado con la idea de la normosis.

¿Que es la normosis?

El ejemplo anterior nos permite, con cierta precisión, profundizar en el sentido del neologismo. Primero estaba el hecho de que el acto de fumar era considerado como “normal”, lo que introduce la noción de normalidad. Se nota también la existencia de un consenso alrededor del acto de fumar que hasta se valoraba como signo de virilidad. Esta característica sigue hoy siendo explotada por el contenido de ciertas marcas: los fumadores se representan como cow-boys, por ejemplo.

Fumar también es un comportamiento habitual, una costumbre estimulada por un sistema de valores y actitudes que, en nuestro caso, giran en torno al placer y la sensualidad, además de la virilidad. Pero todos los comportamientos normales no pueden ser considerados como normosis. Para que sea normosis debe tener una consecuencia patológica, es decir, que lleva al sufrimiento físico o moral, a la enfermedad o a la muerte misma. En nuestro caso, el tabaquismo provoca enfermedades pulmonares y reduce la duración de la vida en un promedio de seis años.
Podemos entonces definir la normosis como un conjunto de valores, actitudes o comportamientos habituales que llevan al sufrimiento físico o moral, a la enfermedad o a la muerte. Además, este conjunto o sistema está reforzado por un consenso que lo ubica en la categoría de lo normal.


*Pierre Weil es escritor, educador, presidente de la Fundación Ciudad dela Paz, rector de la Universidad Holística Internacional de Brasilia y fue recientemente distinguido por la UNESCO con el premio Educación por la Paz.

Artículo tomado y extractado de revista Takiwasi, 1996, centro Takiwasi, Perú.

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