24 octubre 2013

Agua potable: Otra guerra anunciada


se multiplica en todo el mundo la tensión vinculada a un elemento crucial para la vida

 Por Miguel Grinberg



El corriente año 2003 fue declarado por Naciones Unidas como Año Internacional del Agua Dulce. Por ello, en marzo pasado diez mil especialistas se reunieron en Kyoto (Japón) para el Tercer Foro Mundial del Agua, que se atascó por la insistencia del Banco Mundial en la privatización de los servicios para el suministro de agua potable. Entretanto, más de mil millones de seres humanos carecen de acceso al vital elemento, y de ellos casi tres  millones mueren por año (en su mayoría niños y mujeres) por ingestión de agua contaminada. Se estima que las guerras del futuro serán por el agua y no por el petróleo.

 

Se estima que el setenta por ciento del agua consumida en el mundo –tanto desviada de los ríos como bombeada desde el subsuelo– es utilizada por la agricultura, para irrigación de los cultivos. Otro veinte por ciento lo utilizan las industrias y el diez por ciento restante es consumido por los ciudadanos. Naciones Unidas sostiene que una de cada cinco personas en el mundo no tiene acceso al agua potable, en tanto cerca de 2.400 millones de personas carecen de servicios sanitarios (clocales) apropiados. A su vez, el Banco Mundial afirma que hacia el año 2035 la mitad de la población mundial vivirá en regiones donde habrá gravísimos problemas por la carencia de agua.

Las cifras provistas por la ONU son traumáticas:

·       El caudal de la mitad de los ríos del planeta disminuyó o está contaminado, y la calidad de los depósitos de agua en las napas freáticas (subterráneas) se ha convertido en un problema grave en regiones del oeste de Estados Unidos, la ex Unión Soviética, India, China, el oeste de Asia y el Medio Oriente. Se perfilan confrontaciones bélicas entre palestinos e israelíes por el acceso a las aguas del río Jordán, y entre sirios, turcos, iraquíes e iraníes por las del Éufrates y el Tigris.
·       Siete de los grandes ríos del mundo ya no tienen salida al mar, mientras que más de quinientos lagos de China desaparecieron a causa de una fuerte demanda de irrigación.
·       Se calcula que para el año 2025, unos  48 países que en su conjunto tendrán una población de 1.400 millones, sufrirán graves problemas por la escasez de agua.
·       Dentro de 30 años, a menos que se adopten medidas de control de la contaminación industrial o cloacal de los cursos hídricos y de regulación de la gestión de  cuencas fluviales deformadas por embalses para sistemas hidroeléctricos, la mitad de la población mundial sufrirá por la escasez de agua. En especial los más pobres, imposibilitados de adquirir agua embotellada.

Cada tres años la ONU convoca a un Foro Mundial del Agua. El tercero, celebrado recientemente en Kyoto (el anterior fue en La Haya), coincidió con la guerra en Irak y en consecuencia recibió escasa atención de la prensa mundial. El rubro que más controversias produjo fue el de la privatización de los suministros de agua potable. Porque tras una euforia inicial, la “multinacionales del agua” lideradas por dos consorcios franceses, Suez-Ondeo y Vivendi, han comenzado a retirarse de los países en desarrollo, y parecen dirigirse hacia naciones industralizadas, incluyendo a Estados Unidos y la Unión Europea. Suez y Vivendi llegaron a la conclusión de que sus inversiones en Filipinas y la Argentina no son rentables, a menos que se aumenten significativamente las tarifas de los suministros. Otros conflictos análogos se han producido en Bolivia, con la compañía estadounidense Bechtel y la empresa británica United Utilities.

El Kyoto, el portavoz de las multinacionales francesas fue el francés Michel Camdessus, ex presidente del Fondo Monetario Internacional. Sostuvo que “el grupo propone una liquidez en la devaluación para solucionar los riesgos implícitos en la volatilidad del cambio de divisas, como los que afectaron a los contratos en Manila y Buenos Aires. Los gobiernos que otorgan concesiones privadas tendrían que ofrecer garantías adecuadas y crear una fundación de inversores”. Ello plantea un dilema a los países económicamente vulnerables, pues deberían endeudarse más con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para compensar a los consorcios extranjeros por la merma de utilidades de sus inversiones. Holanda y el bloque escandinavo cuestionaron dicha política.

El economista británico Sir Richard Jolly, cuestionó a Camdessus y señaló que “actualmente sólo el 5 por ciento de los 3.000 millones de dólares que anualmente se destinan a la ayuda humanitaria va destinado a que consigan agua los más pobres entre los pobres. Sólo con tecnologías de bajo precio para la recolección de agua de lluvia, y la distribución de bombas manuales para agua y lavabos en las escuelas –unos para niñas y otros para niños– podría hacer mucho para liberar al mundo de esta plaga”. Entretanto, otras quince cuencas hídricas del mundo van rumbo a provocar guerras por su control en un futuro cercano.

El efecto inmediato de la escasez de agua en áreas rurales se percibe en la caída inmediata de la producción de alimentos. De allí que los expertos recomienden con urgencia la protección de las cuencas hidrológicas, las áreas inundables, los pantanos y otros humedales. En cuanto a las grandes ciudades, Nueva York está dando un ejemplo de sensatez financiera: en vez de gastar unos 8 mil millones de dólares en la construcción de una nueva planta de tratamiento de efluentes cloacales, está invirtiendo menos de la cuarta parte de esa suma en la preservación de la cuenca del Catskills, que abastece con agua a dicha metrópolis. La preservación del capital natural comienza a formar parte del diseño de las eco-economías del siglo XXI.
En este sentido, por citar un mal ejemplo argentino, cabe señalar el callejón sin salida representado por el Riachuelo porteño, que jamás podrá ser purificado mientras en su alta cuenca sigan vaciándose las cloacas de más de una docena de partidos provinciales y los detritos líquidos de infinidad de establecimientos fabriles no controlados.

Hace varios siglos un rey de la isla de Ceilán (ahora Sri Lanka), Parakrama Bahu I (1153-86), proclamó: “Evitemos que una sola gota de agua que caiga en la tierra llegue al mar sin haber servido a la gente”. Convirtió a su capital en un gran centro cultural e impulsó la construcción de un muy eficiente sistema de irrigación que brindó prosperidad a su pueblo. Lamentablemente, en un mundo condicionado hoy por cambios climáticos inducidos por la inconducta humana, con su pesadilla de sequías e inundaciones, no será tan sencillo rebobinar los daños causados. Pero sí sería posible planificar para que el mundo natural deje de ser el tacho de basura de una cultura depredadora y suicida.

(recuadro)

EL ACUIFERO GUARANI

Las aguas subterráneas, situadas a gran profundidad bajo la superficie de los suelos terrestres, constituyen cruciales reservas de agua potable para uso humano, no contaminadas por microorganismos o desechos tóxicos. Pueden aparecer en la superficie como manantiales o suelen ser alcanzadas mediante la perforación de pozos. Esos reservorios ubicados en gigantescos nichos rocosos muy por debajo de napas localizables a poca profundidad (casi siempre contaminadas por el hombre), se denominan acuíferos.

El Acuífero Guaraní constituye una de las reservas mundiales más importantes de agua potable. También se lo denomina Sistema Acuífero Mercosur o Acuífero Gigante del Mercosur. Su superficie aproximada de 1.200.000 kilómetros cuadrados se extiende por debajo de las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay. Aproximadamente 840 mil corresponden a Brasil, 230 mil a Argentina, 70 mil a Paraguay y 60 mil a Uruguay. El área más importante de recarga y descarga está en el corredor transfronterizo situado entre Argentina, Paraguay y Brasil, conocido como Triple Frontera. Ello la convierte, obviamente, en un territorio de crucial importancia estratégica.

Se supone que el Acuífero Guaraní posee hacia el norte  conexiones con el Pantanal brasileño: de ser así tomaría contacto con la cuenca amazónica. Mientras que hacia el sur se prologaría hacia la cuenca del río Bermejo y (esto requería importantes estudios geológicos) hay hipótesis sobre nexos con las cuencas hídricas patagónicas. De ser así, esa reserva superaría ampliamente a otro estratégico acuífero localizado en la región norte y centroamericana que va desde Yucatán (México) hasta Panamá.


Los gobiernos del Mercosur no han emprendido hasta la fecha estudios intensivos conjuntos para definir la magnitud real del Acuífero Guaraní. En cambio, según un documento difundido por CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina), entidades especializadas de Holanda y Alemania habrían efectuado investigaciones geológicas al respecto, comisionadas por el Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos, con un presupuesto cercano a los 30 millones de dólares, provistos por Estados Unidos.


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