GETSEMANÍ: CONTINÚA LA CONVERSACIÓN
Thomas Merton
La Abadía de Getsemaní, en Trappist, Kentucky, el hogar del reconocido cisterciense, Thomas Merton, fue elegida en primer lugar como el sitio para un diálogo intermonástico en julio de 1996. Alrededor de cincuenta monjes y monjas budistas y cristianos, y personas laicas se reunieron en esa ocasión para practicar y dialogar sobre la vida espiritual. Su Santidad el Dalai Lama participó. En la sesión de diálogo interreligioso de 1993 en el Parlamento de las Religiones del Mundo, él había sugerido que este diálogo continuara en un ambiente monástico, donde él pudiese ser "un monje entre otros monjes". De ahí, Getsemaní.
Después de la innovadora observación del Concilio Vaticano (II) de que la verdad también se encuentra en religiones no cristianas, la Confederación de Abades Benedictinos auspició su primera Conferencia Interreligiosa del este y oeste de Asia en Tailandia en 1968. A la conferencia asistió el fallecido Thomas Merton, quien, justo antes, había pasado tres días en Dharamsala con Su Santidad el Dalai Lama.
Ambos se causaron efecto. Merton escribió a su abad sobre el Dalai Lama: "Él es muy abierto y sincero, una persona muy impresionante, profundamente comprometida con la vida contemplativa, y muy versado, además. Rara vez he conocido a alguien con quien me entienda tan bien, y siento que nos convertimos en muy buenos amigos". Mientras el Dalai Lama atribuyó a Merton el haberle abierto sus ojos a la verdad de que el Budismo Tibetano no cuenta con la única verdad del mundo. En Getsemaní, él dijo a los participantes, "Como resultado de mi encuentro con Merton, mi actitud hacia el cristianismo cambió muchísimo". Este diálogo, continuó él, cumpliría los deseos de Merton tanto de compartir eruditamente, como rogar en conjunto entre monjes de diferentes tradiciones.
Según el padre prior benedictino, Pierre de Bethune, el diálogo en Getsemaní fue de mucha "inhalación profunda de los pensamientos y palabras de otros, y de profunda exhalación de lo que es ajeno y divisivo". Los cristianos le preguntaron a los budistas sobre la larga tradición de la acción social. La hermana benedictina, Mary Margaret Funk, dijo que mientras el cristianismo cuenta con una larga tradición de meditación, éste ha sido oscurecido por siglos de énfasis en la acción social y que muchos cristianos se encuentran mirando a Oriente para reaprender la meditación. Ella consultó, cómo reconcilia Su Santidad el aparente conflicto entre el ruego y la acción social. Él recomendó una repartición "50-50" entre la oración y la acción. Él dijo que los budistas se inclinan a retirarse del mundo. "Tenemos que aprender de nuestros hermanos y hermanas cristianos para tener más actividades comprometidas socialmente".
El monje franciscano Murria Bodo dijo, "El estar aquí, escuchando, observando y recibiendo la amorosa bondad de mis hermanos y hermanas budistas me ha enriquecido. Me ha hecho querer aprender más sobre cómo ellos oran, lo que la oración produce en sus vidas. Me hace desear compartir con ellos lo que Cristo ha hecho en mi vida, cómo él me ha enseñado a orar, lo que la contemplación y meditación cristianas han hecho por mí".
Durante seis días en abril de 2002, veinte budistas, (Theravada, Zen y Tibetanos), se reunieron en Getsemaní para continuar la conversación. Esta vez sin el Dalai Lama, quien no se encontraba bien.
Los participantes entraron en un esquema lleno de actividades, el que comenzaba temprano con la meditación de la mañana, y continuaba con dos sesiones por la mañana, un ritual budista, dos sesiones en la tarde, y un ritual cristiano. El tema de conversación fue "El sufrimiento y su transformación".
"El sufrimiento ocasionado por un sentido de enajenación y carencia de dignidad" fue el tema del primer día. Aquí se enfatizó sobre el sufrimiento personal y cómo superarlo. "Como estábamos recién conociéndonos", comentó la bhikshuni Thubten Chodron, "la discusión se mantuvo intelectual de algún modo, aunque algunos de los presentadores contaron historias personales".
"El sufrimiento ocasionado por la avaricia y el consumismo" ocupó el segundo día. Se discutieron los desafíos que enfrenta el individuo y la sociedad como un todo. El tercer día, en "El sufrimiento ocasionado por la violencia estructural", los participantes explicaron cómo sus propias instituciones religiosas ocasionaban sufrimiento, como también cómo las estructuras y leyes sociales perpetúan la miseria e injusticia, dijo Chodron. "Hablamos sobre la pedofilia y su encubierta institucional en la Iglesia Católica; y "el clericalismo", la perpetuación de los valores y poder de la elite masculina en ambas religiones". Ambos, hombres y mujeres hablaron abiertamente, sin animosidad o defensiva, agregó ella.
"Curiosamente", observó Chodron, "[sobre el tema del cuarto día], "El sufrimiento ocasionado por la enfermedad y la vejez", hablamos de cómo ayudar a otros que estuviesen muriendo, y luego, sobre nuestros distintos puntos de vista teológicos de la vida después de la muerte. Un participante indicó que habíamos evitado hablar personalmente sobre la enfermedad y la vejez, aunque un presentador nos guió por tal práctica meditativa. A esta altura, los participantes se soltaron y contaron historias conmovedoras de sus vidas, sobre cómo su práctica religiosa les había ayudado a manejar la enfermedad y accidentes, y cómo esos eventos los llevaron a una práctica más profunda".
Las sesiones formales fueron sólo un aspecto de la conferencia, dijo Chodron. "Se dio tanto intercambio personal valioso durante los intermedios". El contingente budista, asiáticos y occidentales, se unieron en dos ocasiones al final de la tarde para presentarse y conocerse. "[Las presentaciones] fueron fascinantes y muy útiles", recuerda Chodron. "Nosotros 'los jóvenes' (yo fui ordenada hace 25 años) nos regocijamos con la práctica de nuestros mayores. ¡Geshe Sopa había sido monje por 60 años y Bhante Gunaratna por 54!".
El último día, dos participantes ofrecieron resúmenes y dialogaron sobre sus impresiones antes de que la conversación fuese abierta a todos los participantes. Se podía tocar la buena voluntad, dijo Chodron.
La bhikshuni Thubten Chodron aún está "digiriendo la experiencia", pero encontró destacables los siguientes puntos: "Primero, me impactó el hecho", parte diciendo ella, "de que los cristianos citaban constantemente y hablaban sobre la vida de Jesús, siempre que se referían a la doctrina cristiana. Mientras que la vida del Buda es un ejemplo de cómo el Dharma ha de practicarse, usualmente analizamos las enseñanzas sin referirnos a su vida, o analizar más en extenso o lo que implicaron los diversos episodios de ésta.
"Segundo, di un salto cuando Fr. Thomas Keating dijo que los monásticos jóvenes que entran a los monasterios cristianos, realizan rituales, trabajo de servicio, etc., pero que no se les enseña una práctica, un método de meditación, para trabajar con sus mentes. Mientras él hablaba, un joven monje benedictino movía su cabeza vigorosamente. Esto fue corroborado por una monja quien habló de una experiencia cercana a la muerte que ella tuvo, [y había salido de ella] sabiendo que debía encontrar una práctica que realizar. Ahora ella practica la oración para centrar, una práctica cristiana enseñada por Fr. Thomas Keating.
"Tercero, pude sentir la fe y las buenas intenciones de los monásticos católicos allí. También, pude sentir el peso de la historia de la Iglesia Católica, las guerras que ha perpetrado, las culturas en que ha sido un poder imperialista, las injusticias hacia lo que no ha querido ver. Me pregunté cómo mis amigos católicos se sentían acerca de ello... Me tomó largo tiempo en mi práctica budista entender que el Dharma y las instituciones religiosas budistas eran dos cosas separadas. Lo primero, es la vía inmaculada hacia la iluminación, lo segundo, son instituciones creadas por nosotros los defectuosos seres conscientes. Yo podría tener fe en el Dharma sin tener que relacionarme en la política de las instituciones budistas o defender errores institucionales...
"Cuarto, las monjas católicas y budistas se llevaron muy bien. Dos hermanas católicas sugirieron que, nosotras las monjas nos reunamos durante un fin de semana en un pequeño encuentro, de manera que podamos tratar temas de mutuo interés con mayor profundidad. ¡Sería fantástico!
"Quinto, fue inusual para mí el encontrarme en una reunión donde yo era una de los participantes más jóvenes (tengo 51 años). La búsqueda intelectual, la paciencia, la estabilidad y deseo de aprender de aquellos que habían sido ordenados hace cuarenta o cincuenta años fue de gran inspiración".
Para mayor información ver The Gethsemani Encounter: A Dialogue on the Spiritual Life by Buddhist and Christian Monastics editado por Donald W. Mitchell y James Wiseman (Nueva York: Continuum, 1999). Doubleday Publishers accedió a publicar el volumen sobre el segundo Encuentro en Getsemaní, en 2003.
"Creo que ahora hemos alcanzado una etapa de ...
madurez religiosa, en la que es posible
que alguien se mantenga perfectamente
fiel a su compromiso cristiano y monástico occidental,
y aun aprender de manera profunda de,
digamos, una disciplina o experiencia budista o hindú"
--- Thomas Merton
(The Asian Journal)
(The Asian Journal)
La Abadía de Getsemaní, en Trappist, Kentucky, el hogar del reconocido cisterciense, Thomas Merton, fue elegida en primer lugar como el sitio para un diálogo intermonástico en julio de 1996. Alrededor de cincuenta monjes y monjas budistas y cristianos, y personas laicas se reunieron en esa ocasión para practicar y dialogar sobre la vida espiritual. Su Santidad el Dalai Lama participó. En la sesión de diálogo interreligioso de 1993 en el Parlamento de las Religiones del Mundo, él había sugerido que este diálogo continuara en un ambiente monástico, donde él pudiese ser "un monje entre otros monjes". De ahí, Getsemaní.
Después de la innovadora observación del Concilio Vaticano (II) de que la verdad también se encuentra en religiones no cristianas, la Confederación de Abades Benedictinos auspició su primera Conferencia Interreligiosa del este y oeste de Asia en Tailandia en 1968. A la conferencia asistió el fallecido Thomas Merton, quien, justo antes, había pasado tres días en Dharamsala con Su Santidad el Dalai Lama.
Ambos se causaron efecto. Merton escribió a su abad sobre el Dalai Lama: "Él es muy abierto y sincero, una persona muy impresionante, profundamente comprometida con la vida contemplativa, y muy versado, además. Rara vez he conocido a alguien con quien me entienda tan bien, y siento que nos convertimos en muy buenos amigos". Mientras el Dalai Lama atribuyó a Merton el haberle abierto sus ojos a la verdad de que el Budismo Tibetano no cuenta con la única verdad del mundo. En Getsemaní, él dijo a los participantes, "Como resultado de mi encuentro con Merton, mi actitud hacia el cristianismo cambió muchísimo". Este diálogo, continuó él, cumpliría los deseos de Merton tanto de compartir eruditamente, como rogar en conjunto entre monjes de diferentes tradiciones.
Según el padre prior benedictino, Pierre de Bethune, el diálogo en Getsemaní fue de mucha "inhalación profunda de los pensamientos y palabras de otros, y de profunda exhalación de lo que es ajeno y divisivo". Los cristianos le preguntaron a los budistas sobre la larga tradición de la acción social. La hermana benedictina, Mary Margaret Funk, dijo que mientras el cristianismo cuenta con una larga tradición de meditación, éste ha sido oscurecido por siglos de énfasis en la acción social y que muchos cristianos se encuentran mirando a Oriente para reaprender la meditación. Ella consultó, cómo reconcilia Su Santidad el aparente conflicto entre el ruego y la acción social. Él recomendó una repartición "50-50" entre la oración y la acción. Él dijo que los budistas se inclinan a retirarse del mundo. "Tenemos que aprender de nuestros hermanos y hermanas cristianos para tener más actividades comprometidas socialmente".
El monje franciscano Murria Bodo dijo, "El estar aquí, escuchando, observando y recibiendo la amorosa bondad de mis hermanos y hermanas budistas me ha enriquecido. Me ha hecho querer aprender más sobre cómo ellos oran, lo que la oración produce en sus vidas. Me hace desear compartir con ellos lo que Cristo ha hecho en mi vida, cómo él me ha enseñado a orar, lo que la contemplación y meditación cristianas han hecho por mí".
Durante seis días en abril de 2002, veinte budistas, (Theravada, Zen y Tibetanos), se reunieron en Getsemaní para continuar la conversación. Esta vez sin el Dalai Lama, quien no se encontraba bien.
Los participantes entraron en un esquema lleno de actividades, el que comenzaba temprano con la meditación de la mañana, y continuaba con dos sesiones por la mañana, un ritual budista, dos sesiones en la tarde, y un ritual cristiano. El tema de conversación fue "El sufrimiento y su transformación".
"El sufrimiento ocasionado por un sentido de enajenación y carencia de dignidad" fue el tema del primer día. Aquí se enfatizó sobre el sufrimiento personal y cómo superarlo. "Como estábamos recién conociéndonos", comentó la bhikshuni Thubten Chodron, "la discusión se mantuvo intelectual de algún modo, aunque algunos de los presentadores contaron historias personales".
"El sufrimiento ocasionado por la avaricia y el consumismo" ocupó el segundo día. Se discutieron los desafíos que enfrenta el individuo y la sociedad como un todo. El tercer día, en "El sufrimiento ocasionado por la violencia estructural", los participantes explicaron cómo sus propias instituciones religiosas ocasionaban sufrimiento, como también cómo las estructuras y leyes sociales perpetúan la miseria e injusticia, dijo Chodron. "Hablamos sobre la pedofilia y su encubierta institucional en la Iglesia Católica; y "el clericalismo", la perpetuación de los valores y poder de la elite masculina en ambas religiones". Ambos, hombres y mujeres hablaron abiertamente, sin animosidad o defensiva, agregó ella.
"Curiosamente", observó Chodron, "[sobre el tema del cuarto día], "El sufrimiento ocasionado por la enfermedad y la vejez", hablamos de cómo ayudar a otros que estuviesen muriendo, y luego, sobre nuestros distintos puntos de vista teológicos de la vida después de la muerte. Un participante indicó que habíamos evitado hablar personalmente sobre la enfermedad y la vejez, aunque un presentador nos guió por tal práctica meditativa. A esta altura, los participantes se soltaron y contaron historias conmovedoras de sus vidas, sobre cómo su práctica religiosa les había ayudado a manejar la enfermedad y accidentes, y cómo esos eventos los llevaron a una práctica más profunda".
Las sesiones formales fueron sólo un aspecto de la conferencia, dijo Chodron. "Se dio tanto intercambio personal valioso durante los intermedios". El contingente budista, asiáticos y occidentales, se unieron en dos ocasiones al final de la tarde para presentarse y conocerse. "[Las presentaciones] fueron fascinantes y muy útiles", recuerda Chodron. "Nosotros 'los jóvenes' (yo fui ordenada hace 25 años) nos regocijamos con la práctica de nuestros mayores. ¡Geshe Sopa había sido monje por 60 años y Bhante Gunaratna por 54!".
El último día, dos participantes ofrecieron resúmenes y dialogaron sobre sus impresiones antes de que la conversación fuese abierta a todos los participantes. Se podía tocar la buena voluntad, dijo Chodron.
La bhikshuni Thubten Chodron aún está "digiriendo la experiencia", pero encontró destacables los siguientes puntos: "Primero, me impactó el hecho", parte diciendo ella, "de que los cristianos citaban constantemente y hablaban sobre la vida de Jesús, siempre que se referían a la doctrina cristiana. Mientras que la vida del Buda es un ejemplo de cómo el Dharma ha de practicarse, usualmente analizamos las enseñanzas sin referirnos a su vida, o analizar más en extenso o lo que implicaron los diversos episodios de ésta.
"Segundo, di un salto cuando Fr. Thomas Keating dijo que los monásticos jóvenes que entran a los monasterios cristianos, realizan rituales, trabajo de servicio, etc., pero que no se les enseña una práctica, un método de meditación, para trabajar con sus mentes. Mientras él hablaba, un joven monje benedictino movía su cabeza vigorosamente. Esto fue corroborado por una monja quien habló de una experiencia cercana a la muerte que ella tuvo, [y había salido de ella] sabiendo que debía encontrar una práctica que realizar. Ahora ella practica la oración para centrar, una práctica cristiana enseñada por Fr. Thomas Keating.
"Tercero, pude sentir la fe y las buenas intenciones de los monásticos católicos allí. También, pude sentir el peso de la historia de la Iglesia Católica, las guerras que ha perpetrado, las culturas en que ha sido un poder imperialista, las injusticias hacia lo que no ha querido ver. Me pregunté cómo mis amigos católicos se sentían acerca de ello... Me tomó largo tiempo en mi práctica budista entender que el Dharma y las instituciones religiosas budistas eran dos cosas separadas. Lo primero, es la vía inmaculada hacia la iluminación, lo segundo, son instituciones creadas por nosotros los defectuosos seres conscientes. Yo podría tener fe en el Dharma sin tener que relacionarme en la política de las instituciones budistas o defender errores institucionales...
"Cuarto, las monjas católicas y budistas se llevaron muy bien. Dos hermanas católicas sugirieron que, nosotras las monjas nos reunamos durante un fin de semana en un pequeño encuentro, de manera que podamos tratar temas de mutuo interés con mayor profundidad. ¡Sería fantástico!
"Quinto, fue inusual para mí el encontrarme en una reunión donde yo era una de los participantes más jóvenes (tengo 51 años). La búsqueda intelectual, la paciencia, la estabilidad y deseo de aprender de aquellos que habían sido ordenados hace cuarenta o cincuenta años fue de gran inspiración".
Para mayor información ver The Gethsemani Encounter: A Dialogue on the Spiritual Life by Buddhist and Christian Monastics editado por Donald W. Mitchell y James Wiseman (Nueva York: Continuum, 1999). Doubleday Publishers accedió a publicar el volumen sobre el segundo Encuentro en Getsemaní, en 2003.
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