se
multiplica en todo el mundo la tensión vinculada a un elemento crucial para la vida
Por Miguel Grinberg
El corriente año 2003 fue
declarado por Naciones Unidas como Año Internacional del Agua Dulce. Por ello,
en marzo pasado diez mil especialistas se reunieron en Kyoto (Japón) para el
Tercer Foro Mundial del Agua, que se atascó por la insistencia del Banco
Mundial en la privatización de los servicios para el suministro de agua
potable. Entretanto, más de mil millones de seres humanos carecen de acceso al
vital elemento, y de ellos casi tres
millones mueren por año (en su mayoría niños y mujeres) por ingestión de
agua contaminada. Se estima que las guerras del futuro serán por el agua y no
por el petróleo.
Se estima que el setenta por ciento
del agua consumida en el mundo –tanto desviada de los ríos como bombeada desde
el subsuelo– es utilizada por la agricultura, para irrigación de los cultivos.
Otro veinte por ciento lo utilizan las industrias y el diez por ciento restante
es consumido por los ciudadanos. Naciones Unidas sostiene que una de cada cinco
personas en el mundo no tiene acceso al agua potable, en tanto cerca de 2.400
millones de personas carecen de servicios sanitarios (clocales) apropiados. A
su vez, el Banco Mundial afirma que hacia el año 2035 la mitad de la población
mundial vivirá en regiones donde habrá gravísimos problemas por la carencia de
agua.
Las cifras provistas por la ONU son traumáticas:
·
El caudal de la mitad de los
ríos del planeta disminuyó o está contaminado, y la calidad de los depósitos de
agua en las napas freáticas (subterráneas) se ha convertido en un problema
grave en regiones del oeste de Estados Unidos, la ex Unión Soviética, India,
China, el oeste de Asia y el Medio Oriente. Se perfilan confrontaciones bélicas
entre palestinos e israelíes por el acceso a las aguas del río Jordán, y entre
sirios, turcos, iraquíes e iraníes por las del Éufrates y el Tigris.
·
Siete de los grandes ríos del
mundo ya no tienen salida al mar, mientras que más de quinientos lagos de China
desaparecieron a causa de una fuerte demanda de irrigación.
·
Se calcula que para el año
2025, unos 48 países que en su conjunto
tendrán una población de 1.400 millones, sufrirán graves problemas por la
escasez de agua.
·
Dentro de 30 años, a menos que
se adopten medidas de control de la contaminación industrial o cloacal de los
cursos hídricos y de regulación de la gestión de cuencas fluviales deformadas por embalses
para sistemas hidroeléctricos, la mitad de la población mundial sufrirá por la
escasez de agua. En especial los más pobres, imposibilitados de adquirir agua
embotellada.
Cada tres años la ONU convoca a un Foro Mundial
del Agua. El tercero, celebrado recientemente en Kyoto (el anterior fue en La Haya), coincidió con la
guerra en Irak y en consecuencia recibió escasa atención de la prensa mundial.
El rubro que más controversias produjo fue el de la privatización de los
suministros de agua potable. Porque tras una euforia inicial, la
“multinacionales del agua” lideradas por dos consorcios franceses, Suez-Ondeo y
Vivendi, han comenzado a retirarse de los países en desarrollo, y parecen
dirigirse hacia naciones industralizadas, incluyendo a Estados Unidos y la Unión Europea. Suez
y Vivendi llegaron a la conclusión de que sus inversiones en Filipinas y la Argentina no son
rentables, a menos que se aumenten significativamente las tarifas de los
suministros. Otros conflictos análogos se han producido en Bolivia, con la
compañía estadounidense Bechtel y la empresa británica United Utilities.
El Kyoto, el portavoz de las
multinacionales francesas fue el francés Michel Camdessus, ex presidente del
Fondo Monetario Internacional. Sostuvo que “el grupo propone una liquidez en la
devaluación para solucionar los riesgos implícitos en la volatilidad del cambio
de divisas, como los que afectaron a los contratos en Manila y Buenos Aires.
Los gobiernos que otorgan concesiones privadas tendrían que ofrecer garantías
adecuadas y crear una fundación de inversores”. Ello plantea un dilema a los
países económicamente vulnerables, pues deberían endeudarse más con el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional para compensar a los consorcios
extranjeros por la merma de utilidades de sus inversiones. Holanda y el bloque
escandinavo cuestionaron dicha política.
El economista británico Sir Richard
Jolly, cuestionó a Camdessus y señaló que “actualmente sólo el 5 por ciento de
los 3.000 millones de dólares que anualmente se destinan a la ayuda humanitaria
va destinado a que consigan agua los más pobres entre los pobres. Sólo con
tecnologías de bajo precio para la recolección de agua de lluvia, y la
distribución de bombas manuales para agua y lavabos en las escuelas –unos para
niñas y otros para niños– podría hacer mucho para liberar al mundo de esta
plaga”. Entretanto, otras quince cuencas hídricas del mundo van rumbo a
provocar guerras por su control en un futuro cercano.
El efecto inmediato de la escasez
de agua en áreas rurales se percibe en la caída inmediata de la producción de
alimentos. De allí que los expertos recomienden con urgencia la protección de
las cuencas hidrológicas, las áreas inundables, los pantanos y otros humedales.
En cuanto a las grandes ciudades, Nueva York está dando un ejemplo de sensatez
financiera: en vez de gastar unos 8 mil millones de dólares en la construcción
de una nueva planta de tratamiento de efluentes cloacales, está invirtiendo
menos de la cuarta parte de esa suma en la preservación de la cuenca del
Catskills, que abastece con agua a dicha metrópolis. La preservación del
capital natural comienza a formar parte del diseño de las eco-economías
del siglo XXI.
En este sentido, por citar un mal
ejemplo argentino, cabe señalar el callejón sin salida representado por el
Riachuelo porteño, que jamás podrá ser purificado mientras en su alta cuenca
sigan vaciándose las cloacas de más de una docena de partidos provinciales y
los detritos líquidos de infinidad de establecimientos fabriles no controlados.
Hace varios siglos un rey de la
isla de Ceilán (ahora Sri Lanka), Parakrama Bahu I (1153-86), proclamó: “Evitemos
que una sola gota de agua que caiga en la tierra llegue al mar sin haber
servido a la gente”. Convirtió a su capital en un gran centro cultural e
impulsó la construcción de un muy eficiente sistema de irrigación que brindó
prosperidad a su pueblo. Lamentablemente, en un mundo condicionado hoy por
cambios climáticos inducidos por la inconducta humana, con su pesadilla de
sequías e inundaciones, no será tan sencillo rebobinar los daños causados. Pero
sí sería posible planificar para que el mundo natural deje de ser el tacho de
basura de una cultura depredadora y suicida.
(recuadro)
EL ACUIFERO GUARANI
Las aguas subterráneas, situadas a gran profundidad bajo la
superficie de los suelos terrestres, constituyen cruciales reservas de agua
potable para uso humano, no contaminadas por microorganismos o desechos
tóxicos. Pueden aparecer en la superficie como manantiales o suelen ser
alcanzadas mediante la perforación de pozos. Esos reservorios ubicados en gigantescos
nichos rocosos muy por debajo de napas localizables a poca profundidad
(casi siempre contaminadas por el hombre), se denominan acuíferos.
El Acuífero Guaraní
constituye una de las reservas mundiales más importantes de agua potable.
También se lo denomina Sistema Acuífero Mercosur o Acuífero Gigante del
Mercosur. Su superficie aproximada de 1.200.000 kilómetros
cuadrados se extiende por debajo de las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay y
Uruguay. Aproximadamente 840 mil corresponden a Brasil, 230 mil a Argentina, 70
mil a Paraguay y 60 mil a Uruguay. El área más importante de recarga y descarga
está en el corredor transfronterizo situado entre Argentina, Paraguay y Brasil,
conocido como Triple Frontera. Ello la convierte, obviamente, en un territorio de
crucial importancia estratégica.
Se supone que el Acuífero Guaraní
posee hacia el norte conexiones con el
Pantanal brasileño: de ser así tomaría contacto con la cuenca amazónica.
Mientras que hacia el sur se prologaría hacia la cuenca del río Bermejo y (esto
requería importantes estudios geológicos) hay hipótesis sobre nexos con las
cuencas hídricas patagónicas. De ser así, esa reserva superaría ampliamente a
otro estratégico acuífero localizado en la región norte y centroamericana que
va desde Yucatán (México) hasta Panamá.
Los gobiernos del Mercosur no han
emprendido hasta la fecha estudios intensivos conjuntos para definir la
magnitud real del Acuífero Guaraní. En cambio, según un documento difundido por
CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina),
entidades especializadas de Holanda y Alemania habrían efectuado
investigaciones geológicas al respecto, comisionadas por el Banco Mundial y la Organización de
Estados Americanos, con un presupuesto cercano a los 30 millones de dólares,
provistos por Estados Unidos.